“SE DESVIVE POR SUS HIJOS"
Probad como yo a poner estas palabras en vuestro buscador de internet, y mirad lo que os sale. Posiblemente os suceda como a mí y os aparezcan mensajes contradictorios donde por una parte se relacionan los “buenos padres” con mensajes del tipo “se desvive por sus hijos” y por otro artículos educativos que advierten de la sobreprotección, los padres “tóxicos”, los padres “helicóptero”, etc.
“Se desvive por sus hijos” también es el título de una crítica muy acertada desde mi opinion de Vicente Lafuente, Médico y Terapeuta Gestalt, que me ha llegado a través de las redes sociales y que quiero compartir hoy con vosotros porque nos habla de esos regalos envenenados de los que nos tenemos que proteger y resume muy bien lo dañino de esta actitud y desmitifica esa “buena madre” o “buen padre” que lo da todo por sus hijos.
“Se desvive por sus hijos”
Nunca una frase tan manida me pareció tan dolorosa. ¿Quién quiere un padre o una madre que se desviva por nosotros? No, gracias. Ningún hijo quiere ese regalo envenenado. Los hijos queremos padres que vivan y no se des-vivan, por nosotros. Porque sobrellevar la carga del cansancio y el rencor de unos padres agotados y abnegados genera una deuda de por vida. Porque además nos enseña un patrón de lo que significa ‘ser un buen padre’ bastante agrio y estresado.
Apostemos por ser padres y madres que viven y que también descansan, para transmitirles que trabajar hasta la extenuación no es bueno ni saludable, y que mantener el equilibrio entre trabajo y descanso es fundamental.
Enseñemos además a nuestros hijos que no siempre son la prioridad, para que vayan entendiendo que somos muchos y no ellos solos, para que vayan integrando ese límite tan sano de saber que hay un ‘tú’ y un ‘nosotros’.
Aliviemos a nuestros pequeños del cruel sin sabor de sentirse responsables de nuestra infelicidad.
Dejemos de desvivirnos y empecemos a vivir. Por ellos. Y por nosotros.
Creo que no lo puedo expresar mejor aunque en la práctica no sea fácil reconocer ese límite entre la protección/cuidado y la sobreprotección. En terapia vemos que nuestras emociones son la mejor alerta de ello y nos guían y dan pistas que hemos de aprender a reconocer para que nos sean útiles en las decisiones a tomar. Hemos de darnos permiso para cuestionar lo que “debemos” hacer y ser más flexibles con nosotros mismos y las expectativas que tenemos en relación a la maternidad/paternidad, lo que se espera de nosotros como hijos, la manera en la que queremos vivir nuestra vida, etc. Yo me quedo y quiero subrayar Dejemos de desvivirnos y empecemos a vivir. Nuestros hijos aprenden con el ejemplo más que con cualquier otra cosa y si nosotros no les enseñamos un equilibrio ocupacional, social, familiar, de pareja, tiempo libre, cuidado… será con eso con lo que se queden y no otra cosa.
Os sentís identificados, como hijos o como padres?
Tus padres se desvivían por alguien de tu familia que no fueras tu?
Te desvives actualmente quizás no por tu hijo pero si por el trabajo, por tu pareja o por los amigos?
Paremos a reflexionar sobre el desgaste que esto nos está suponiendo y lo que queremos hacer con ello.
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